El proceso de envejecimiento afecta inevitablemente a la vulva y al pubis. Con el paso de los años, el pubis se vuelve más laxo y suave, a veces aumenta la grasa. Su descenso provoca un aumento del peso en el pubis y al mismo tiempo en la vulva sobre la que descansa inferiormente. Los labios mayores se aflojan debido a la disminución del contenido graso, los labios menores se vuelven menos turgentes debido a una menor vascularización en respuesta a la estimulación hormonal.

La entrada vulvar queda más expuesta debido a la reducción del grosor de los tejidos blandos y a los partos por vía natural. El perineo, es decir, la estructura que va desde la vulva hasta el ano, parece ópticamente más corto. La pigmentación tiende a oscurecerse. Desde el punto de vista funcional, el inevitable cedimiento de las estructuras profundas conduce a la incontinencia urinaria de diversos grados, sequedad vulvar y vaginal, y atrofia de los tejidos cutáneos circundantes.

Cómo intervenir: el pubis, la vulva y la vagina deben considerarse como una única entidad que necesita ser renovada. El pubis puede elevarse mediante una puboplastia, un procedimiento similar a la miniabdominoplastia pero que implica el levantamiento del pubis y del cuerpo adiposo de los labios mayores. Los labios menores a veces están más protuberantes debido a la reducción de volumen de los labios mayores y pueden beneficiarse de una reducción. En otros casos, se indica aumentar los labios menores para dar mayor grosor a estructuras que se han reducido en exceso.

La entrada vulvar se beneficia enormemente del injerto de tejido graso, que mejora estéticamente su apariencia y funcionalmente mejora la sensación de excesiva amplitud y el trofismo. El láser de CO2 mejora la calidad de la piel tanto estéticamente como funcionalmente. Su uso debe extenderse a la piel vulvar y a la mucosa vaginal para mejorar las características de ambas. En caso de hiperpigmentación excesiva, esta puede reducirse mediante láser o productos que se apliquen en casa.